miércoles, 6 de abril de 2011

Yoshiwara, Barrio de Placer con Licencia

La ciudad de Edo es el resultado de un plan urbanístico. El plano de Edo no refleja necesariamente su realidad, refleja mas bien una norma que la gente de Edo, principalmente sus regidores y los planificadores urbanos, concibieron en términos de espacio. En este sentido, el mapa es un texto discursivo en el lenguaje del espacio. La situación de Yoshiwara, el barrio del placer con licencia de Edo, a una cierta distancia del centro de la ciudad, epitomiza el concepto de lo que una ciudad debería ser y de como sus ciudadanos deberían comportarse, incluyendo costumbres y rituales. Un mapa, como tejido cultural de normas de ideas, indica la "normalización" de la ciudad, separando el locus de la maldad del sector "normal" de la ciudad. Yosiwara se estableció en 1617 como respuesta al desequilibrio entre géneros en los inicios de la ciudad. El proceso de construcción de la ciudad involucro primero un gran numero de trabajadores de la construcción. Al establecerse después Edo como capital política, los señores de provincias debían abrir y mantener despachos en ella, y trasladarse allí en años alternos, con sus samuráis. Estos hombres trabajaban en turnos de doce horas, desde las seis de la maniana hasta las seis de la tarde. Puesto que los miembros de las clases mas bajas de samurai no tenian permiso para llevarse con ellos a Edo sus mujeres, debian dejarlas en casa. La resultante superpoblacion de hombres solos hizo surgir la demanda de un barrio como Yoshiwara.
                                                                                  

YoshiwaraUrbanismo de solteros

El flujo de hombres hacia Edo continuo cuando la ciudad se convirtio posteriormente en Tokyo. La urbanizacion en Japon tomo una forma diferente de la que se dio, por ejemplo, en Inglaterra. Si alli los hombres se trasladaron desde el campo a las areas urbanas con toda su familia, causando problemas como pobreza, chabolismo y crimen, la migracion en el Japon fue exclusivamente de hombres solteros. El sociologo japones Jiro Kamishima llama a este fenomeno "urbanismo de solteros" y considera que dio origen a ciertas caracteristicas particulares en la formacion de la ciudad japonesal El centro de la ciudad se creo para satisfacer las demandas de los solteros, no de familias o parejas, una caracteristica que ha encontrado continuidad en la mayor parte de las ciudades de negocios, incluyendo Tokyo.


Yoshiwara si situaba originalmente dentro de Edo, cerca del castillo del Shogun. En 1657, el gobierno ordeno que el barrio del placer se trasladase mas lejos del centro de la ciudad, a una zona distante dos horas en barco o en palanquin desde su situacion original. El viaje servia como rito de paso de un mundo al otro. Al aproximarse a la zona, se veia una ciudad amurallada, rodeada por un curso de agua y con una sola puerta. Para las prostitutas era de hecho una prision. En la puerta los samurai debian dejar sus armas, de manera que todos fuesen tratados con igualdad dentro de los confines de este barrio donde el dinero era la unica ley.
Es bien sabido, sin embargo, que mas alla del mapa oficial existian numerosas zonas de prostitucion sin licencia y sin cartografia. esto es muy dificil de documentar hoy en dia, debido a la ausencia de documentos oficiales. A lo largo del periodo Edo, el gobierno Tokugawa hizo muchos cambios en las normativas, haciendolas en algunos casos mas estrictas. Pero esto era una cuestion economica para el gobierno, y raramente una preocupacion etica. La cuestion principal eran las licencias, puesto que una practica con licencia podria ser gravada con impuestos. Los locales sin licencia eran amenudo objeto de controles policiales, pero rara vez llego el gobierno a considerar seriamente los problemas eticos de la prostitucion.

Clasificacion de las mujeres: yujo y jionna.

La literatura Edo clasifica a las mujeres en dos categorias: yujo, mujer del placer, y jionna, literalmente mujer de la tierra.

Las prostitutas pertenecian a la primera categoria, mientras que todo el resto de las mujeres, la gran mayoria, pertenecia a la segunda. La primera categoria no era apta para el matrimonio; la segunda si. En otras palabras, a las prostitutas se les prohibia estrictamente la procreacion, mientras que las mujeres casadas eran forzadas a tener hijos. Ambas sufrian una alineacion de su sexualidad; las prostitutas eran alineadas del sexo para la procreacion, las esposas del sexo por placer. Esto situaba a las mujeres de Edo en una paradoja inextricable: los hombres admiraban a las prostitutas, mujeres de placer, a veces incluso como diosas del placer, como medio para alcanzar el mundo celestial, mientras que despreciaban a las mujeres de la categoria apta para el matrimonio, considerandolas sin interes, mujeres de la tierra. La fertilidad y la maternidad se igualaban a aburrimiento y falta de sofisticacion, oscuridad y fealdad, ataduras terrenas y restricciones sociales, secularidad y seriedad. Una mujer clasificada como jionna no era considerada pareja adecuada para hacer el amor. Todo pensamiento erotico se centraba alrededor de las yujo, mujeres profesionales que habian desarrollado la refinada metafisica del amor.


La paradoja cultural del amor: del yaho al iki

Los ciudadanos de Edo eran muy conscientes de la paradoja cultural del amor. Puesto que una prostituta era buena para el sexo pero no para ell matrimonio, amar y esposar seriamente una prostituta era afrontar las reglas y confundir lo real con lo irreal. Una gloriosa prostituta de alto rango, esposada, se transferia de la categoria de yujo a la de jionna, de mujer de placer a mujer de la tierra, esposa maldita. La categoria cultural de yujo idealiza a las mujeres alejandolas de su propia sexualidad, y las convierte en artefactos culturales.

En este contexto el amor se convierte en un juego metafisico, comenzado en el estadio menos refinado, yaho, y culminando en el mas refinado, iki. Alcanzar la meta en este juego es convertirse en un maestro del amor, tsu. Los heroes y antiheroes desvritos en la literatura popular de Edo se situan en algun punto a lo largo de este continuo entre yaho e iki, que va de la completa ingnorancia a la mas alta sofisticacion. Aquellos que solo en parte conocen las reglas del juego son los mas ridiculizados. La ignorancia completa se tolera, pues uno que es ignorante no puede seguir las reglas y permanece fuera del juego.

Hay una paradoja profundamente enraizada en la logica de este refinado juego cultural. Puesto que la yujo es irreal, tomar a su amor por real es romper las reglas. Pero no tomar su amor seriamente es er incapaz de apreciar la belleza del juego. La verdad esta en algun punto entre lo real y lo irreal. En la frontera entre lo real y lo irreal hay una parte real del cuerpo, el dedo meñique cortado de la mano de yujo. Las prostitutas ofrecian su dedo meñique como prueba de su amor por su cliente cuando era acusada de ser infiel. La fidelidad de la prostituta es una paradoja real, mientras que la parte del cuerpo es un objeto real. No pocas prostitutas perdieron varios dedos en este juego. Por su parte, la yujo distinguia dos categorias de hombre: amantes y clientes. Si se enamoraba seriamente de un cliente, lo convertian en amante. Para ello. lo mantenia con ella por su cuenta, acumulando una deuda que podia en algunos casos resultar en desastrosa tragedia.
Pero esto es tambien una ruptura de las reglas, puesto que requiere que el cliente se salga del juego y deje de participar en el. Para un hombre, triunfar en el amor de este modo es el extremo del yaho, el extremo de la sofistificacion iki, aburrida seriedad. Pero un maestro del amor es consciente de los resultados ironicos de la sofistificacion: no hay autentico placer, puesto que todo esta tan bajo control. La formacion refinada del Tao del sexo en el periodo Edo lleva a una vision cinica de la sexualidad. La unica salidad de esta paradoja es unir lo real con lo irreal por medio de la muerte. La muerte pone fin al dilema entre el juego y vida real. La muerte inspirada por el amor es por ello un motivo recurrente y dominante en la literatura Edo, epitomizada por Monzaemon Chikamatsu, el gran autor de teatro kabuki, que creo numerosas tragedias de amor en el siglo XVIII. El fatal desenlace de la paradoja entre lo real y lo irreal es resultado del gran vacio entre el ideal cultural y la realidad de la vida de las yujo.

Costumbres Sexuales en la Comunidad Rural

En una sociedad de clases como la del Japón pre-moderno, sin embargo, no basta con considerar las costumbres sexuales de las clases urbanas medias y altas. El código erótico de Edo llegó a ser un código de clase por el cual una clase emergente de ciudadanos urbanos se distinguía de los samurai, así como de las clases campesinas. Es, por tanto, necesario entender la diferencia entre la idea urbana de sexo y la de la comunidad rural.

Disponemos de documentos escritos y visuales de las prácticas de las clases altas, pero los hábitos sexuales de los campesinos, que eran la mayoría de la población, han sido descuidados por los historiadores debido a la ausencia de documentos de época disponibles, como resultado del bajo índice de alfabetismo de esta clase. Los estudios actuales de costumbres populares, basados en historia oral y en discursos narrativos, han indicado la existencia de códigos y prácticas sexuales entre comunidades campesinas, muy diferentes de los de las clases samurai y mercantil.

Contrariamente a la creencia popular que asume la subordinación y explotación de las mujeres japonesas, epitomizada por el texto Comfucionista Onna Daigaku (Educación Suprema de las Mujeres), la mayoría de las mujeres japonesas vivía al margen de este código moral opresivo. Para quienes no leer, no existen textos confucionistas. Había una alta tasa de divorcio tanto entre los hombres com entre las mujeres, hasta que el gobierno Meiji introdujo el código civil imperial a finales del siglo XIX. Las clases populares no valoraban la virginidad, y les preocupaba poco la fidelidad de las mujeres casadas. Vivían una vida sexual distinta con reglas distintas.

El régimen Tokugawa dejó una autonomía considerable a la vida de los pueblos, que por tanto permaneció intacta. Su mandato imperialista no interfirió con las estructuras tradicionales de poder. Los comendadores asignados por los Señores controlaban sólo el más alto nivel de autoridad de los pueblos, dejando los derechos y deberes de los habitantes al conjunto de la comunidad. Por este motivo, el gobierno Meiji, cuya meta, muy diferente, era la de crear una nación estado, tuvo que emplear un gran esfuerzo en desmantelar el pueblo como unidad autónoma. Aunque cada casa estaba representada por un patriarca, su autoridad, sometida a constantes interferencias por parte de la comunidad, era limitada. De hecho, la casa campesina era mucho menos patriarcal que la casa samurai. Las prácticas sexuales estaban también enmarcadas en la autonomía del pueblo, y por tanto reguladas por la autoridad popular. Esta promiscuidad premarital institucionalizada era similar al "cortejo vespertino" de la Europa medieval. A la edad de iniciación (unos catorce años para chicos o el momento de las primeras menstruaciones para las chicas), los jóvenes del pueblo pasaban a formar parte de cohortes delmismo sexo y de las misma edad. Cada cohorte compartía la casa de un vecino importante y quedaba bajo su supervisión. Los chicos del grupo visitaban a las chicas en sus casas por la noche y dormían juntos. ESte sistema de alojamiento en grupo servía como escuela de vida social y como lugar donde se transmitían los conocimientos de agricultura o artesanía, y donde se intercambiaba información sexual. Los padres estaban obligados a permitir que los chicos de los pueblos viesen a sus hijas. Aquellos que impedían las visitas a sus hijas sufrían sanciones similares a las de los Charivari de la Francia medieval: se extendían heces alrededor de sus casas o se les negaba el trabajo comunal en sus granjas. Puesto que la cohorte de los chicos era la más fuerte en el sentido físico, las amenazas de viloencia eran muy eficaces. Cuando, un joven encontraba que una chica podría ser pareja adecuada para él, los padres anfitriones de su cohorte visitarían a los de la chica pidiéndole la mano en su nombres. No era posible el desacuerdo por parte de los padres, puesto que en ese punto, el grupo de los chicos ya había pactado el acuerdo. La cohorte ejercíal el poder en lo que respecta a alianzas matrimoniales.

Esta práctica reflejaba una estructura de poder basada en la edad y en el sexo. La promiscuidad premarital institucionalizada, ampliamente practicada en toda Oceanía, no era realmente tan promiscua como pueda parecer. Practicada según reglas estrictas y bajo el control de la comunidad, era estrictamente endogámica dentro del pueblo. Si una chica de un pueblo se relacionaba con un chico de fuera, tanto ella como su pareja se enfrentaban a duros castigos, siendo en algunos casos golpeados casi hasta la muerte. Sin embargo, si un chico de otro pueblo quería relacionarse con una chica, podía seguir ciertas formalidades para obtener la aprobación del grupo de los chicos. Esto sugiere que la sexualidad de las chicas era tratada como propiedad colectiva. Esta práctica estaba también bajo ciertas normas: un chico no podía escoger pareja por sí mismo, y las chicas no podían negarse a ser visitadas por un chico. La distribución bastante igualitaria del sexo implica que podían darse alianzas matrimoniales entre cualquier familia del pueblo de parecido nivel social. Las hijas de campesinos endeudados y sin tierra estaban en un nivel inferior. No podían pertenecer al grupo de las chicas "el grupo de las futuras esposas", siendo la mayor fuente de aprovisionamiento de prostitutas. Las nodrizas y doncellas enviadas desde otros pueblos tampoco eran admitidas en el grupo de las chicas. La sexualidad de estas chicas de clase baja estaba a merced de la explotación de los hombres del pueblo.


Texto extraido del articulo Urbanismo y transformacion de la sexualidad: de Edo a Tokyo de Chizuko Ueno.

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